Hay otros, en cambio, que te mantienen vivo. Caminan con vos, de tu mano, son tu calor, tu abrigo; paréntesis en eternas horas y en cada silencio, un sonido...
Un tercer grupo y quizá, los más repetidos, aquellos que por temor, por dudar, no admitimos. Suelen ser algo más frágil y a lo mejor, prohibidos; sin duda los más traicionados, abandonados... perdidos. Son los que te hacen sufrir, enojar, llorar... dar gritos.. Pero esos, los más negados, los tan reprimidos, son herederos de un don que reivindica el dominio. No quiere el azar (o algún Dios) que se mantengan contigo mas, hay algo que no pueden quitarles, es algo mágico, una quimera (¿un delirio?); solo una pausa, un recreo (un descuido), para que puedas creer, sin soñar, solo una vez y un ratito...
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